SEGUNDA ENTREGA: YARETH Y LAS PALABRAS DE LA ALUMNA RUBI Y JUANITO Y EL SER MISTERIOSO DEL ROPERO DE ROSA ISELA DE SEGUNDO GRADO

YARETH Y LAS PALABRAS.

Yareth era una niña, la cual amaba la escuela, pero la materia que más le gustaba era las clases de español, amaba leer y jugar con las letras. Al llegar a su casa diario ordenaba las palabras. Quitaba unas ponía otras, hasta formar muchas frases con ellas. A veces movía sus letras o las cambiaba por otras o modificaba, hasta formar un texto.

Un día estando en su casa encontró por ahí un cuaderno con el abecedario y todo lo demás inexplicablemente en blanco, con todas esas letras allí esperando, ella jugaba, las unía, las separaba, las mezclaba, las volteaba al revés.

Una noche no pudo dormir, se revolvía en su mente al V con la I, la A con la D y más, al día siguiente Yareth comenzó a escribir una composición que se llamaba: EL MUNDO MÁGICO DE LAS YARETH Y LAS PALABRAS. Allí hablaba de un lugar por demás extraño fascinante;  en el cual  una niña podía estar todo el día tomada de la mano de la A,  con la E la podía entonar eeeeeeeeeee, hasta que el aire se vaciaba de sus pulmones, con la I,iiiiiiiiiiiiiiiii de asombro; pudo ensayar para cuando le dicen que le gusta alguien y asombrados en coro usan el iiii. La O ensayo un ronco OOOOO muy terrorífico, ¿podía servir para espantar a un ratón?, con la U recordó todo el tiempo que pasaba con matemáticas, UUUUUUUU, hasta que por fin la maestra decía saquen su libro de español y estallaba en júbilo su corazón.

En verdad le gustaba ese cuaderno lleno de palíndromos, de tantas frases, de sus recuerdos y fantasías, de acrósticos, de cuentos, de secretos. Pero el cuaderno quedó en un estante o en una caja de libros, por poco cae en las garras del reciclaje, pero a lo mejor la pasta le salvó y siguió estando detrás de uno más grande y pesado hasta imponente e importante manual de literatura.

 Al paso de los años, un día la maestra en nivel superior y con estudio de doctorado empezado, eso sí en el extranjero porque las universidades del país pues no servían, se le ocurrió abrir ese maltrecho y manchado cuaderno, recordó que lo usaba de niña.  ¿Qué pensaba aquella chiquilla  ingenua?

Le aprehenso su contenido y le fascinó, sin dudarlo lo llevó a una editorial, ahora gana más con aquel libro que escribió esa pequeña de once años que con el dinero de maestra; de una prestigiada universidad reconocida en letras.

JUANITO Y EL SER MISTERIOSO DEL ROPERO.

Era un día normal, cuando estaba Juanito a punto de dormirse, después del cuento que su mamá le leyó. Le dio su beso de buenas noches y apagó la luz.

Juan escuchó unos ruidos en el ropero, se llenó de valor, porque de eso trataba lo leído; de caballero valiente que no teme y vence sus miedos, si esto no hubiera sucedido de seguro estuviera casi pertrechado, cobijado con los ojos bien apretados.

Pregunto: ¿Quién anda hay?, nadie le contestó a pesar de que seguía escuchando ruidos, a lo mejor era un ratón, esos claro está; no entienden de razón o con palabras, algo en su corazón se serenó; si latía como tambor se desaceleró y decidió como lo haría alguien grande sin temor;  abrir la puerta no sin antes cerrar los ojos.

Al rechinido del ropero hacia dentro miró con detenimiento; a un ser extraño no tenía forma, no parecía duende, ni ratón, tampoco algo visto antes en la televisión, pero tenía ojos y se le quedó viendo a ese ser misterioso, pero claro esta; no dañino ya que no le saco los ojos, le arrancó el brazo o le escupió como las llamas peruanas.

Es más aseguraba cuando llegó con la mamá; que le sonrió; e insistió que fueran al ropero, “hay mijo  esos son cuentos de hadas como los que te leo, no me molestes como tú, yo también te pido un tiempo estoy llena de quehaceres,  ve por ahí a jugar, mira es más;  te pongo el de plantas contra zombis”, -no mamá, no te estoy mintiendo-. “Ya mira que en verdad en la noche te cuento algo de monstruos pero ya déjame hacer el quehacer, porfis, sí.

El niño decepcionado y a la vez emocionado corrió hacia el viejo ropero lo abrió rechino cual puerta de misterio y sorpresa... Allí estaba el ser amigable, aún sin nombre, tomó un lápiz con un cuaderno y comenzó a dibujarlo.